Mi experiencia de parto natural fue muy feliz porque tomé en serio el papel de la educación maternal con las consultas prenatales públicas del Hospital México y de mi doula Rahel. La comunicación clara y el respeto por las decisiones de nosotras, la mujer embarazada, son fundamentales.
En mi experiencia en casa y en el hospital se me permitió la experiencia natural como la libertad de movimiento, el uso de medidas de confort como pelotas, agua, masajes y aromas, siempre con el respaldo de mi pareja las 24 horas y el buen trato. Además, el inicio de mi parto en casa con acompañamiento con doula para la preparación emocional y teórica me permitió sentirme segura y saludable.
Recomiendo la asesoría desde el embarazo hasta la lactancia y el postparto porque ayuda a eliminar miedos y mitos sobre el parto y fortalece nuestra confianza en este proceso natural maravilloso y único.

La labor de parto inició en casa con el acompañamiento de mi esposo y mi doula. Toda la noche y madrugada entre masajes, chineos, aceites, ducha caliente, ratitos de descanso. Lo más importante fue sentirme sostenida. A la mañana nos fuimos al hospital, acompañada de Rahel mientras mi esposo hacía el registro. No tenía que preocuparme por nada más que sobrellevar el dolor de las contracciones.  

De antemano estábamos informados de las opciones. El obstetra llegó a revisar el progreso pero habia poca dilatación y la bebé no había decendido al canal de parto. Ya sabía que al llegar al hospital tenía contadas las horas por lo que podíamos seguir esperando o decidirnos por una cesárea.  

La cesárea ya sabía también como quería que fuera, respetada, con contacto, acompañada. Y aunque no era la manera  que esperábamos, fue hermosa. El anestesiólogo me levantó un poco la cabeza para ver como salía la bebé de la pancita, no había cortina, vino directo a mi pecho, la pude oler, tocar, sentir, hablarle suavecito. La llevaron a revisar por unos minutos mientras cerraban la herida. De sorpresa saliendo de cirugía en medio pasillo me la llevaron nuevamente y la volvieron a colocar encima mío.  

Rahel siempre estuvo pendiente y llegó a visitarnos al día siguiente asegurándose que la lactancia fuera bien, que mamá y bebé estuvieran bien. Y aún 8 meses después me sigue acompañando de corazón.